El costo de
los tamales varía en un conjunto amplio de costos contra demanda, relacionado
con la zona en que se ofrezcan o la finalidad con que se adquieren; es decir,
si el producto es solicitado en una fecha festiva en nuestro país, el costo
aumenta, y escasea la oferta, por ello el precio es más alto.
Aunque como
alimento básico en nuestra alimentación, el precio se estabiliza y se ofrece
diario en los lugares ya establecidos, privilegiando algunas zonas donde –
aunque se vende diario- la finalidad con que lo ofrecen es de festividad o de
ocasión especial, como platillo tradicional, lo cual incrementa su costo, sólo
porque se vende en establecimientos más cotizados.
Un ejemplo:
diario se venden amales en Flor de Liz, cuyo costo, según lo investigado oscila
entre 15 y 20 pesos; sin embargo, este establecimiento no es de consumo diario
para las personas que comen tamales en su desayuno, para ello prefieren hacer
su compra en los puestos ambulantes donde los tamales cuestan 10 pesos o hasta
7 pesos. Ahí integran parte de la dieta diaria, que como tratamos en química
aumentan la posibilidad de alterar el metabolismo del organismo saturando de
carbohidratos el organismo y provocando obesidad.
Continuamos
con la hipótesis que sitúan a los tamales como un platillo especial si ya no
son adquiridos en el puesto de la esquina, no sólo por el costo, sino por su
sabor y la rapidez con que se encuentra un puesto de tamales en cada esquina,
por las mañanas.
A pesar de que
no es un platillo caro, el cliente prefiere adquirirlo en los puestos
ambulantes que en establecimientos que encarecen su costo. La interjección
entre los tamales de los puestos ambulantes y los de Flor de Liz, es el gusto
cotidiano y la incorporación de los tamales como alimento de consumo cotidiano,
ya sea para festejar o para una ocasión especial.
Cualquiera que
sea la ocasión existe un gran variedad de tamales para caracterizarnos.
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